Tuesday, October 28, 2008

Evitando Caricaturas

Llego un poco tarde a la conversación; la puntualidad no es el fuerte de nosotros los historiadores, aún si trabajamos en historia y sociología de la ciencia y la tecnología. He seguido, en todo caso, el intercambio y quisiera hacer algunos comentarios, recordando que, al decir de Pierre Bourdier, la sociología (y añadiría que la historia) es siempre impertinente, y suele ser el invitado que daña las fiestas.

Empiezo por señalar que el tema de la cosmología es un caso particular de una polémica mucho más amplia sobre la naturaleza de la ciencia. En otras palabras, no veo razón alguna para pensar que la cosmología se diferencia de otras prácticas científicas, al menos en el nivel de la discusión al que se ha llegado aquí. De modo que, en tanto no encuentre razones contrarias, mis afirmaciones son de carácter general sobre ciencia. Eso no quiere que no tenga especificidades o, en jerga sociológica, que su campo no tenga un tipo de capital que le distingue.

Me quiero referir ahora al problema de “los hechos” y puntualizar algunas simplificaciones que tenemos que evitar para que las caricaturizaciones no deformen (¿?) el debate. Me refiero a dos ideas: 1. los constructivistas consideran que el mundo es producto de las imágenes que sobre él han creado los seres humanos; y 2. la ciencia, en este caso la cosmología científica ("occidental"), tiene ventajas sobre otras formas de conocimiento porque, a partir de “los hechos”, puede decidir qué teorías son válidas y cuáles no.

Ambas afirmaciones comparten la idea de que podemos separar hechos y valores, la base de la modernidad (ver Bruno Latour, We have never been modern). En esa imagen, la ciencia habla de “hechos”, mientras que el mundo social habla de valores y es fundamental que esos dos mundos no se mezclen cuando se aborda el campo de la ciencia. O sea, que la ciencia “no se distorcione” por los factores sociales. Esa es la premisa básica para erigir la “sociología del error” y que consiste en lo siguiente: en el caso de un experimento o de una teoría, si todo se hace conforme a la lógica y al “método” (todavía algunos hablan de el método científico, aunque todos saben que eso no existe) el resultado será correcto; si hay desviaciones, será porque se introdujo algún elemento social o político. El ejemplo clásico es Lysenko.

De hecho, hay que decirlo claramente, los sociólogos de la ciencia no son solipsistas. No creen que no existe un mundo independiente de sus mentes. Lo que pasa es que reconocen que, si bien la naturaleza responde de forma autónoma, la interpretación de esa respuesta, es decir el significado que tiene y por consiguiente la descripción del evento, o “el hecho”, no está jamás exento de factores culturales, sociales y políticos. Todo resultado experimental requiere de un exégeta. La naturaleza no habla con el lenguaje de las matemáticas: la matemática ha sido el mejor código que hemos encontrado para relacionarnos con ciertas partes del mundo natural. 

Ahora bien, el meollo está en que esa interpretación es siempre flexible y para que se defina la “interpretación correcta” median muchas más variables que “los hechos” desnudos, que ‘de hecho’ no existen. Esa “flexibilidad interpretativa” está en la base del relativismo. El constructivismo requiere entonces ese relativismo en alguna medida. La más “débil” pero probablemente más común es el así llamado “relativismo metodológico”, a saber aquel que considera las afirmaciones científicas como cualquier otra proposición con el fin de poder avanzar en la exploración socioepistémica que la sostiene, aún si "se sabe" que son falsas o ciertas.

Es el proceso de “estabilización”, es decir de “fin de la polémica”, el que requiere ser explicado socialmente. Y como ese proceso es el mismo al de construcción de significados de “verdad” y “falsedad”, se convierte en el centro de la indagación sobre la ciencia, entendida como práctica eminentemente social. El tipo de capital, de intercambio, de negociación, de uso de recursos (políticos, intelectuales, naturales) se convierten en elementos de estudio. La idea de que la ciencia es es la suma de ideas se desvanece en el aire en el momento mismo que se le mira a los ojos. No hay historia de las ideas, sino historia de sociedades que producen ideas.